La historia nos induce a imaginar posibilidades alternativas, como una ciencia ficción para atrás. Pienso en tres casos de reclutamiento que me llevan a admirar lo accidental de la vida. Los protagonistas fueron un Mercedez Benz, un socialista y un número de teléfono.
El caso Mercedez Benz fue mi propia contratación en el Banco Central de Reserva (BCR).
Terminados mis estudios universitarios en el extranjero, me dirigía a un trabajo en la Argentina, y cuando hacía escala en LIma, recibí un telegrama anunciando que la contratación se postergaba.
Decidí entonces tentar un puesto en el BCR, pero cuando pedí un sueldo modesto, apenas la mitad del ofrecido en Argentina, el gerente del banco se rió diciendo: "Aquí no pagamos esos sueldos, yo que usted me iría a otro país".
Hice maletas, pero antes de viajar fui a despedirme de mi tío y le conté lo ocurrido. Se indignó. "Cómo no me dijiste antes cholito, yo conozco a ese gerente y lo voy a llamar". MI tío era distribuidor de vehículos y le había vendido un Mercedez Benz a ese gerente. Hizo la llamada y poco después empezó mi carrera en el BCR.
Ya en el banco propuse reformar el reclutamiento, para reemplazar la vara por el mérito. El instrumento de selección sería un curso para alumnos de todo el país con docentes extranjeros y rigurosos exámenes de ingreso y de certificación.
Al reclutar profesores, entrevisté en Chile a un economista excelente, pero mis jefes vetaron la contratación al descubrir que el candidato era "socialista", calificativo que, en esa época, creaba terror. Hoy me pregunto cómo habría sido la historia de haberse contratado para el BAnco Central del Perú a ese destacado joven chileno, cuyo nombre era Ricardo Lagos y quien años después sería presidente de su país.
Uno de los méritos que se le atribuye al candidato Alejandro Toledo fue la contratación anterior de su rival actual, Pedro Pablo Kuczynski. Pero esa contratación se produjo casi por accidente.
Después de lanzar su candidatura, Toledo me propuso "ser su economista". Me excusé porque no soy apto par ala política y sugerí llamar a PPK, quien trabajaba en Miami y era largamente la mejor opción.
Cuando Toledo insistió nuevamente conmigo, le pregunté si habiá conversado con PPK. "Es que no tengo su teléfono", dijo.
Le conseguí el número y se procedió así a la contratación de un ministro de excepcional personalidad y habilidad ejecutiva, cualidades que nos salvaron de la peligrosa inmadurez del entorno toledano.
Tomado integramente de la página a4 opinión del diario El Comercio - Edición impresa del 21 de marzo del 2011