El delito es una acción
típica, antijurídica y culpable y estas características actúan como
caracteres filtrantes para que recién se pueda accionar el poder punitivo;
sobre todo en el caso de la antijuricidad y la culpabilidad, que Zaffaroni las
considera como un doble juego de valoraciones de la acción humana que debe
superarse para poder usar el poder punitivo.
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