Eso de la libertad de comunicación me da un dolor de cabeza, me pregunto cómo es posible que por libertad de comunicación una persona con posturas de hampones esté insultando a la autoridad. Encima que no tiene ninguna justificación.
Hoy visualicé en el diario Perú21 edición web la entrevista a una señora llamada Ana María Centeno – representante de los transportistas de Lima y Callao -, ella agradece al Sr. Alcalde del Callao por haberle dado el respaldo, ella dice que los transportistas a los que representa han sido maltratados por la alcaldesa. Y de una forma insólita – porque dice de su malcriadez – exige que la alcaldesa se vaya a cuidar a sus nietos. Por qué mejor ella no se va a estudiar o leer un libro.
La Sra. Ana María dice que el servicio que dan con sus Cousters es de calidad, qué calidad dan esos carros sucios y malolientes. Qué calidad puede dar esos señores que tienen como dirigente una mujer agresiva y de escasos modales.
La Municipalidad de Lima no debe dar su brazo a torcer, es el momento que los buenos vecinos apoyen las medidas correctas que toman desde la municipalidad. Este malestar generado a los choferes de esas líneas es natural, porque es consecuencia del trabajo que se está haciendo por formalizar y mejorar el transporte vehicular en Lima.
Esto de que el Callao esté apoyando las protestas de estos apandillados – espero que sus hijos no estén en algún grupúsculo de malhechores – es increíble, debería ser sancionado porque no solo no deja trabajar a la alcaldesa sino que no permite el ordenamiento de la Capital del Perú.
Por último, los buses cochinos, con asientos en pésimo estado; combis, que nunca cumplen con una ruta; cobradores, que cobran lo que les venga en gana; transportistas, que no respetan a escolares ni a adultos mayores, que hacen competencia sin importarles nada, ponen su música a todo volumen – y para colmo unas músicas de un submundo marginal -, esos señores quieren ser los intocables cuando a ordenamiento se trata porque según ellos lo que dan es “calidad”. La señora Ana María es ejemplo claro de qué “calidad” ofrece el servicio de sus representados.
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