El título de primera dama es honorífico y no ejerce ningún tipo de autoridad sobre los ministros de Estado. Alguien debería decirle a la Sra. Nadine Heredia que ella sólo es la esposa del presidente y no la esposa de un rey. Está confundiendo su rol.
No quiero ser machista, pero la primera dama está dejando en ridículo a su marido. Es ella quien hace y deshace en el gabinete, por ejemplo ordenando al ministro de Energia y Minas que le informe; colocando a sus amigos y familiares en cargos públicos.
Con esto Nadine no está haciendo amigos, sino que se está ganando enemigos. Porque está logrando que el presidente sea un hazmerreír como jefe de familia, donde se le ve a su mujer más preparada, con mejor comunicación y con voz de mando, en otras palabras ella lo ve a él por encima de los hombros. Ni Eliane Karp le restaba tanta importancia a su marido.
Puede parecer machismo, pero es lo más natural pensar así: la señora Heredia acaba de tener un niño, debería dedicarse a ese niño, debería velar por su salud cumpliendo con la lactancia, debería estar viendo que sus hijos estén bien educados ya que al marido se le ha delegado una labor que lo tiene ocupado sus 24 horas del día, por la magnitud del cargo. Por otra parte debe tener una postura más femenina al lado del presidente, no robándole protagonismo.
Si Nadine fuera nuestra presidenta – cosa que podría ser ya que tiene mayor inteligencia y preparación que su esposo, al menos eso es lo que está demostrando -, su marido tendría que ocuparse de velar porque las labores domésticas marchen bien para que la presidenta no tenga problemas. Pero ahora Nadine no es la presidenta, ahora lo es Ollanta. Señora más respeto por el presidente, se le recuerda que es su esposo.
Puede que así sea, pero aún no deja de tener un sentido machista. Según lo que veo, esto no es nada nuevo y nada sorprendente... ya se veía venir. Almenos los que seguimos las elecciones nos dimos cuenta que, en cualquier situación, Nadine era quien tomaba las desiciones. Tan solo recordar la desastroza primera campaña de Humala y compararla con su casi perfecta y puritana última campaña, nos damos cuenta que algo cambió: Él dejó de tomar las desiciones. Quienes votaron por Él, estoy más que seguro, sabían que estaban votando tambien por ella. A mi parecer, no creo que el carácter pucilánime del comandante, quien aprendió de la forma dura a seguir instrucciones y ordenes, cambie de la noche a la mañana. Ahora bien, la sra puede callar, pero eso no quedrá decir que no sea ella quien tome igual las decisiones. El único consejo, quizá, que pueda yo darle es que, mantenga el perfil bajo. Con respecto a sus hijos... creo que somos los únicos en el mundo que votamos para presidente por alguien que solo cambiará pañales y dara biberones.
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